Un Ferrari
rojo descapotable y una chica rubia a tú lado, ¿podía pedir más
un niño de la época como era mi caso? La respuesta es NO.
Recuerdo el primer día
que vi el mueble arcade del fantástico juego OutRun
por primera vez como si hubiera sido ayer mismo. Fue en un
bar-restaurante que tenía dos plantas y la recreativa se encontraba
en el piso superior. Esta no era la primera vez que veía un mueble
con un volante (era la segunda) puesto que ya había visto y “catado”
el también extraordinario juego Pole
Position.